Cómo apoyar a un enfermo
Elías Vidaurre Médico Es fácil que a lo largo de tu vida te toque (o quizá ya te haya ocurrido) asumir el cuidado de un familiar o ser querido. Esta tarea requiere de sacrificios, tiempo y, sobre todo, de grandes dosis de paciencia. Ahora bien, si la ayuda que recibe esta persona es la...
Elías Vidaurre Médico
Es fácil que a lo largo de tu vida te toque (o quizá ya te haya ocurrido) asumir el cuidado de un familiar o ser querido. Esta tarea requiere de sacrificios, tiempo y, sobre todo, de grandes dosis de paciencia. Ahora bien, si la ayuda que recibe esta persona es la correcta, todo el esfuerzo vale la pena: los estudios demuestran que el apoyo emocional facilita la recuperación de cualquier enfermedad.
A tomar en cuenta
Es importante que la persona enferma comprenda qué le está ocurriendo, qué trastorno sufre, sus limitaciones y qué puede hacer para ayudar a controlar la enfermedad. Piensa que el desconocimiento genera dudas, miedos, vergüenza, desesperación y afecta negativamente la evolución de la enfermedad. Si entiende que de él o de ella depende en gran parte su buena salud, seguirá los consejos médicos y los tratamientos con mayor responsabilidad.
Protégele sin mentir. Decidir si el enfermo está preparado para recibir una mala noticia, o una información dolorosa, no siempre es fácil. La primera opción tiene que ser siempre decir la verdad, aunque en ocasiones puede tener consecuencias devastadoras. Valora su situación, su madurez y las posibles consecuencias.
Tras el diagnóstico de una enfermedad grave, o un accidente con secuelas, el enfermo (o paciente) suele pasar un proceso similar al duelo que se experimenta tras la pérdida de un ser querido. Aunque en algunos momentos sea duro también para ti, debes dejarle pasar por todas estas fases. Y si el proceso de asimilación ha sido adecuado, llegará a la última fase, la aceptación y la normalización de la situación.
Intenta comprenderle sin reprimir. Ponte en su piel: entiende, por ejemplo, que la rabia es una parte esencial del duelo. Evita presionarle y ten en cuenta que a veces solo necesita sentirte cerca. Es común que un enfermo no entienda del todo su situación, que no la acepte, que sienta vergüenza, que lo viva con tristeza, con rabia, miedo, o impotencia o, simplemente, que sienta que no es justo lo que le ha pasado o le está pasando.
También es bueno escuchar sin aconsejar
Piensa que si pierde la confianza y deja de luchar, su organismo también se rendirá
Una actitud positiva mejora la evolución de numerosas enfermedades
Es fácil que a lo largo de tu vida te toque (o quizá ya te haya ocurrido) asumir el cuidado de un familiar o ser querido. Esta tarea requiere de sacrificios, tiempo y, sobre todo, de grandes dosis de paciencia. Ahora bien, si la ayuda que recibe esta persona es la correcta, todo el esfuerzo vale la pena: los estudios demuestran que el apoyo emocional facilita la recuperación de cualquier enfermedad.
A tomar en cuenta
Es importante que la persona enferma comprenda qué le está ocurriendo, qué trastorno sufre, sus limitaciones y qué puede hacer para ayudar a controlar la enfermedad. Piensa que el desconocimiento genera dudas, miedos, vergüenza, desesperación y afecta negativamente la evolución de la enfermedad. Si entiende que de él o de ella depende en gran parte su buena salud, seguirá los consejos médicos y los tratamientos con mayor responsabilidad.
Protégele sin mentir. Decidir si el enfermo está preparado para recibir una mala noticia, o una información dolorosa, no siempre es fácil. La primera opción tiene que ser siempre decir la verdad, aunque en ocasiones puede tener consecuencias devastadoras. Valora su situación, su madurez y las posibles consecuencias.
Tras el diagnóstico de una enfermedad grave, o un accidente con secuelas, el enfermo (o paciente) suele pasar un proceso similar al duelo que se experimenta tras la pérdida de un ser querido. Aunque en algunos momentos sea duro también para ti, debes dejarle pasar por todas estas fases. Y si el proceso de asimilación ha sido adecuado, llegará a la última fase, la aceptación y la normalización de la situación.
Intenta comprenderle sin reprimir. Ponte en su piel: entiende, por ejemplo, que la rabia es una parte esencial del duelo. Evita presionarle y ten en cuenta que a veces solo necesita sentirte cerca. Es común que un enfermo no entienda del todo su situación, que no la acepte, que sienta vergüenza, que lo viva con tristeza, con rabia, miedo, o impotencia o, simplemente, que sienta que no es justo lo que le ha pasado o le está pasando.
También es bueno escuchar sin aconsejar
Piensa que si pierde la confianza y deja de luchar, su organismo también se rendirá
Una actitud positiva mejora la evolución de numerosas enfermedades