Claves en la relación Bolivia Brasil tras la investidura
Jair Mesías Bolsonaro ya es el nuevo presidente del país más grande de Sudamérica luego de una ceremonia formal y en la que destacaron sus dos breves discursos en los que apenas dio más claves de las que ya de por sí había dado en la campaña que le llevó hasta el Palacio de...
Jair Mesías Bolsonaro ya es el nuevo presidente del país más grande de Sudamérica luego de una ceremonia formal y en la que destacaron sus dos breves discursos en los que apenas dio más claves de las que ya de por sí había dado en la campaña que le llevó hasta el Palacio de Planalto.
Brasil no es solo el país con el que compartimos más kilómetros de frontera sino también el principal socio comercial, por lo que vende y también por lo que compra. Brasil es el principal mercado del gas tarijeño, pues aunque en los últimos años apenas se han pasado de los 24 millones de metros cúbicos diarios de gas, el contrato preveía hasta 30,5. El contrato, que ha jugado un rol fundamental en la relación política, llega a su recta final precisamente este año 2019: El ministro de Hidrocarburos boliviano Luis Alberto Sánchez dice que se debe ampliar porque no se ha cumplido el volumen pactado mientras que los futuros responsables de Petrobras dicen que se acaba este mismo año.
Esas dudas no se develarán hasta que Bolsonaro no ponga en movimiento todo su gabinete e inicien las reuniones bilaterales. Que Evo Morales sí haya asistido a la posesión es un gesto; que Bolsonaro diga que lo primero son los intereses de Brasil, por mucho que sea un tópico de todos los gobiernos, es un mensaje cifrado – que no encriptado – para países como Bolivia.
Durante la campaña Bolsonaro ha dejado en claro sus reticencias sobre las limitaciones medioambientales y los acuerdos de París y de otro tipo relativos, por ejemplo, al uso de transgénicos o el impacto de las grandes hidroeléctricas. En términos económicos, Bolsonaro -que dejó en claro que no es su especialidad y que por tanto, se limita a seguir las instrucciones compartidas con su equipo – es un liberal no tan ortodoxo e influenciado por el mismo Trump y la política proteccionista de corte imperialista, que al final es lo que ha pretendido escenificar en toda su campaña y desde su victoria. “Brasil es primero”.
Cuidar los dólares parece ser también una consigna del nuevo Gobierno brasilero, eso supone que no tendrá problema en garantizar el autoabastecimiento energético con todos los métodos a su alcance, eso supone la utilización a pleno rendimiento de las hidroeléctricas; el desarrollo pleno del Presal y la optimización en la producción de biocombustibles.
Los hidrocarburos
Bolivia, en el otro lado de la moneda, puede quedar entrampada en la nueva política. Desde finales de 2017, donde el Ministerio de Hidrocarburos reacomodó el discurso de la exportación de gas prioritaria en el marco del Foro de Países Exportadores de Gas celebrado en Santa Cruz, las carencias en exploración y la paralización de los grandes proyectos de industrialización de plásticos, al mismo tiempo que se generaban dudas sobre las posibilidades de la venta de urea, el cuadro de riesgos ha aumentado.
El Ministerio de Hidrocarburos ha firmado cinco memorándums de entendimiento para los próximos años con empresas privadas brasileras a las que les puede interesar comprar el gas que ya no comprará Brasil para comercializarlo en un mercado liberalizado. De todos, solo el de Shell cuenta con una cantidad significativa, de 10 millones de metros cúbicos de gas diarios, que podrían comercializarse a partir de 2022 y que básicamente acaba de cerrar un círculo para la venta de lo que se espera encontrar en Huacareta y su pozo Jaguar, a cargo de la misma Shell.
Petrobras, que ha explotado San Alberto y San Antonio las últimas décadas, es la empresa que se ha adjudicado los proyectos dentro de la Reserva Natural de Tariquía, y que ya en su momento tuvo dudas ante la contestación social del proyecto. Petrobras, por tanto, abasteció por años al cinturón industrial de Sao Paolo desde los pozos tarijeños. En la actualidad no hay certeza de que se vayan a sustituir esos pozos por los de Tariquía y poder impulsar un contrato de similares condiciones. De ser así, Petrobras produciría para el mercado interno boliviana y eventuales contratos con Argentina.
En el campo de la industrialización, se han firmado contratos relevantes para la venta de urea en los principales estados soyeros de Brasil, y se espera se operen en los próximos años, por lo que el cambio de Gobierno no vendría a modificar este tipo de compromisos. Brasil se apuntaba también como principal mercado para los proyectos petroquímicos e incluso se hablaba de una gestión compartida con la gigante Brasken. Con los retrasos acumulados en Bolivia, no se prevé que se concrete en el corto plazo.
El control de fronteras, un asunto pendiente
El Gobierno boliviano y el brasilero necesariamente deberán reunirse para establecer coordinación en el control de la extensa frontera que comparten. El nuevo presidente brasilero ha insistido en la lucha contra el narcotráfico y no ha dudado en culpar a los países andinos de colaboración en ese sentido, si bien desde Bolivia se ha informado de la presencia de grupos delincuenciales brasileros operando en el sector en el país.
Por otro lado, para Bolivia es prioritario afrontar el tema del contrabando, que con las últimas apreciaciones del dólar se ha incrementado por todas sus fronteras, si bien es algo que no preocupa especialmente en el Gobierno ultraliberal del nuevo Brasil.
Brasil no es solo el país con el que compartimos más kilómetros de frontera sino también el principal socio comercial, por lo que vende y también por lo que compra. Brasil es el principal mercado del gas tarijeño, pues aunque en los últimos años apenas se han pasado de los 24 millones de metros cúbicos diarios de gas, el contrato preveía hasta 30,5. El contrato, que ha jugado un rol fundamental en la relación política, llega a su recta final precisamente este año 2019: El ministro de Hidrocarburos boliviano Luis Alberto Sánchez dice que se debe ampliar porque no se ha cumplido el volumen pactado mientras que los futuros responsables de Petrobras dicen que se acaba este mismo año.
Esas dudas no se develarán hasta que Bolsonaro no ponga en movimiento todo su gabinete e inicien las reuniones bilaterales. Que Evo Morales sí haya asistido a la posesión es un gesto; que Bolsonaro diga que lo primero son los intereses de Brasil, por mucho que sea un tópico de todos los gobiernos, es un mensaje cifrado – que no encriptado – para países como Bolivia.
Durante la campaña Bolsonaro ha dejado en claro sus reticencias sobre las limitaciones medioambientales y los acuerdos de París y de otro tipo relativos, por ejemplo, al uso de transgénicos o el impacto de las grandes hidroeléctricas. En términos económicos, Bolsonaro -que dejó en claro que no es su especialidad y que por tanto, se limita a seguir las instrucciones compartidas con su equipo – es un liberal no tan ortodoxo e influenciado por el mismo Trump y la política proteccionista de corte imperialista, que al final es lo que ha pretendido escenificar en toda su campaña y desde su victoria. “Brasil es primero”.
Cuidar los dólares parece ser también una consigna del nuevo Gobierno brasilero, eso supone que no tendrá problema en garantizar el autoabastecimiento energético con todos los métodos a su alcance, eso supone la utilización a pleno rendimiento de las hidroeléctricas; el desarrollo pleno del Presal y la optimización en la producción de biocombustibles.
Los hidrocarburos
Bolivia, en el otro lado de la moneda, puede quedar entrampada en la nueva política. Desde finales de 2017, donde el Ministerio de Hidrocarburos reacomodó el discurso de la exportación de gas prioritaria en el marco del Foro de Países Exportadores de Gas celebrado en Santa Cruz, las carencias en exploración y la paralización de los grandes proyectos de industrialización de plásticos, al mismo tiempo que se generaban dudas sobre las posibilidades de la venta de urea, el cuadro de riesgos ha aumentado.
El Ministerio de Hidrocarburos ha firmado cinco memorándums de entendimiento para los próximos años con empresas privadas brasileras a las que les puede interesar comprar el gas que ya no comprará Brasil para comercializarlo en un mercado liberalizado. De todos, solo el de Shell cuenta con una cantidad significativa, de 10 millones de metros cúbicos de gas diarios, que podrían comercializarse a partir de 2022 y que básicamente acaba de cerrar un círculo para la venta de lo que se espera encontrar en Huacareta y su pozo Jaguar, a cargo de la misma Shell.
Petrobras, que ha explotado San Alberto y San Antonio las últimas décadas, es la empresa que se ha adjudicado los proyectos dentro de la Reserva Natural de Tariquía, y que ya en su momento tuvo dudas ante la contestación social del proyecto. Petrobras, por tanto, abasteció por años al cinturón industrial de Sao Paolo desde los pozos tarijeños. En la actualidad no hay certeza de que se vayan a sustituir esos pozos por los de Tariquía y poder impulsar un contrato de similares condiciones. De ser así, Petrobras produciría para el mercado interno boliviana y eventuales contratos con Argentina.
En el campo de la industrialización, se han firmado contratos relevantes para la venta de urea en los principales estados soyeros de Brasil, y se espera se operen en los próximos años, por lo que el cambio de Gobierno no vendría a modificar este tipo de compromisos. Brasil se apuntaba también como principal mercado para los proyectos petroquímicos e incluso se hablaba de una gestión compartida con la gigante Brasken. Con los retrasos acumulados en Bolivia, no se prevé que se concrete en el corto plazo.
El control de fronteras, un asunto pendiente
El Gobierno boliviano y el brasilero necesariamente deberán reunirse para establecer coordinación en el control de la extensa frontera que comparten. El nuevo presidente brasilero ha insistido en la lucha contra el narcotráfico y no ha dudado en culpar a los países andinos de colaboración en ese sentido, si bien desde Bolivia se ha informado de la presencia de grupos delincuenciales brasileros operando en el sector en el país.
Por otro lado, para Bolivia es prioritario afrontar el tema del contrabando, que con las últimas apreciaciones del dólar se ha incrementado por todas sus fronteras, si bien es algo que no preocupa especialmente en el Gobierno ultraliberal del nuevo Brasil.