Asesino que se cree gato quiere morir por un baño
Nicolas Gil Pereg (36), el israelí preso desde enero de 2019 en Mendoza por asesinar a su madre y a su tía, aseguró que se quiere suicidar porque le tiene pánico al agua y en la cárcel lo obligaron a bañarse. Así lo indicaron sus abogados, quienes ya presentaron un recurso de amparo para...
Nicolas Gil Pereg (36), el israelí preso desde enero de 2019 en Mendoza por asesinar a su madre y a su tía, aseguró que se quiere suicidar porque le tiene pánico al agua y en la cárcel lo obligaron a bañarse. Así lo indicaron sus abogados, quienes ya presentaron un recurso de amparo para proteger la integridad psicofísica de su cliente.
El propio ex militar de nacionalidad israelí, que se considera un gato, se comunicó con sus abogados para contarles la situación e informarles que “dejaría de comer hasta morir”. Sus letrados denunciaron que Gil Pereg fue golpeado para poder ser higienizado a pesar de que sufre de hidrofobia. Además solicitaron su traslado a una institución psiquiátrica de máxima seguridad de Buenos Aires.
“Nos llamó muy exaltado diciendo que se iba a suicidar”, expresó Maximiliano Legrand, uno de los abogados. En ese sentido, señaló que “es totalmente sensible al agua” y que “para bañarlo lo llevaron esposado hasta las duchas, lo golpearon y ahí lo bañaron”.
De acuerdo con los medios locales, el criminal que está detenido en la cárcel de Almafuerte, estaba en pésimas condiciones sanitarias cuando lo bañaron. Incluso había despertado ese día entre sus propios excrementos. Según afirmó el sitio Los Andes, el personal lo lavó por pedido de otros reclusos, quienes manifestaron que “Se cree gato, anda desnudo y araña a cualquiera que se le acerque”.
El crimen
Nicolas Gil Pereg, oriundo de Israel, adoptó otro nombre cuando se mudó a Mendoza en 2007: se hacía llamar Floda Reltih (Adolf Hitler si se lee al revés).
Su madre Pyrhia Saroussy (63) y su tía Lily Pereg (54) viajaron a la Argentina para visitarlo a principios de este año pero desaparecieron a los pocos días. En ese momento, el ex soldado aseguró que habían sido secuestradas.
La búsqueda concluyó cuatro días después, cuando hallaron los cadáveres de las hermanas tapados con piedras en la casa donde vivía Pereg. Una de ellas murió a causa de fuertes golpes y la otra por recibir tiros. En tanto, en el lugar encontraron 37 gatos, a quienes el acusado consideraba sus “hijos”.