2018 y el poder en Tarija: entre el vacío y el recambio generacional
Dos tensiones han marcado el discurrir político en el departamento de Tarija: el vacío en el Movimiento Al Socialismo y la tensión generacional entre bloques del sector autonomista, que tradicionalmente se ha impuesto en los comicios desde 2006 aunque se haya ensanchado para acoger bloques...
Dos tensiones han marcado el discurrir político en el departamento de Tarija: el vacío en el Movimiento Al Socialismo y la tensión generacional entre bloques del sector autonomista, que tradicionalmente se ha impuesto en los comicios desde 2006 aunque se haya ensanchado para acoger bloques no tan tarijeñistas. El equipo de la Gobernación ha hecho equilibrios para mantenerse entre las dos poderosas pulsiones que amenazan con devorar no solo el espacio político, sino la propia gestión. Por partes.
El MAS sin referencia
El MAS a nivel nacional tiene una estructura sencilla: El reducido grupo de asesores del Presidente Evo Morales propone y él dispone. No hay democracia interna ni otro principio de autoridad que no sea ese, pero evidentemente hay demasiados temas en las departamentales que no pueden pasar por el visto bueno del Presidente, aunque así lo pretendan, sobre todo, los sectores menos próximos a lo orgánico del partido.
El MAS Tarija empezó el año con cinco cabezas visibles: Milcíades Peñaloza al frente del grupo de los invitados; Álvaro Ruíz al frente del grupo de los alcaldes; Walter Ferrufino al frente de un grupo indeterminado; Sara Armella al frente del poder orgánico de la zona alta; y el grupo de campesinos del valle – más o menos encabezado por Eider Quiroga y Santos Valdez – que tenían aspiraciones dado su buen desempeño mediático. Al acabar el año parece quedar solo uno; pero el “miedo” sigue en el cuerpo del MAS.
El grupo de Milcíades crece de forma inversamente proporcional a sus apariciones públicas. Suma como sin querer, entre los descontentos, entre los que buscan simplificar los procedimientos.
El grupo de Ruíz se conformó entre los alcaldes que vieron pasar la plata en las subgobernaciones y necesitaban arreglar sus problemas, para lo que contaban con el Presidente.
El grupo de Ferrufino estaba formado por una suerte de “refugiados” de la gestión de Lino Condori y otra serie de aspirantes a mayores cuotas de poder y reconocimiento, frustrados por el “juego democrático”.
El grupo de Sara Armella quería ser la reserva moral del MAS en Tarija, el de la disciplina sindical y los valores de servicio a los más pobres, pero que lograra acercar más recursos a la zona alta.
Y el grupo de los campesinos de Eider y Santos estaban forjados por muchas ganas de ganar y menos de trabajar por ganar, en la que quedaron al aire algunos descubiertos.
Al final del año:
El grupo de Milcíades se ha retirado del cuerpo a cuerpo – salvo en algunos casos que afectan muy directamente a sus intereses, como el caso de William Guerrero - y se ha quedado a un costado para ver como los “nativos” la pelan en la elección nacional. Trabajan en el frente argentino para exhibir una victoria que, en realidad, todos saben que no les corresponde. El fracaso del MAS a nivel nacional permitiría al MAS Tarija ceder siglas para las subnacionales y esconderse detrás de Montes, algo que veníamos contando hace tiempo en La Mano y que el exdiputado Hugo Vargas viene patentando como “Frente Amplio Popular”, que a saber de dónde se ha sacado un nombre tan original.
El grupo de Ruíz ha transado con todos: por abajo con los campesinos del valle y la zona alta; en el Chaco con Quecaña; en Entre Ríos con los 45 por cientos; en Bermejo con los chalaneros; por arriba con Quintana, Arce Catacora, Siles y Sandra Gutiérrez; por el este con la Asamblea; por el oeste con el partido y por el oeste también con la Federación de Campesinos. Con todos.
En el grupo de Armella ya no queda nadie.
En el grupo de Ferrufino ya no queda nadie.
En el grupo de los campesinos de Cercado, en realidad, nunca hubo nadie.
La pelea entonces se cierra entre Álvaro Ruíz con quien las encuestas considere mejor de binomio; normalmente Sara Armella o un chaqueño (o chaqueña) con oportunidades – asunto a definir en el enésimo cónclave de alto vuelo – y un binomio patrocinado por el poder de siempre y no tantas ganas de divertirse, que ve el MAS como instrumento de reproducción.
Ahora bien, mientras el MAS Tarija se pierde en sus interminables luchas de poder, pierde sobre todo su capacidad de interpelación al proyecto de la actual Gobernación de Tarija y en esas ha estado todo el año. Ferrufino no aparece; Armella se enoja más con el partido; Juan Luis Coronado, que en algún momento pareció el vocero de los “invitados”, toma distancias; los campesinos se plegaron al 45% y Álvaro Ruíz, que pareció ser articulador con el tema del 8 por ciento, se ha quedado al margen de los otros temas importantes convirtiendo sus acciones en sectoriales o con demasiado interés de parte.
La unidad fragmentada
Unidad Departamental Autonomista nunca fue un partido político ni una alianza con fines de sostenibilidad. Desde los primeros meses de gestión se evidenciaron las tensiones entre el Gobernador Adrián Oliva y algunos de los pesos pesados de Camino al Cambio y que acabaron en ruptura. Este 2018 esas tensiones se han profundizado sobre todo al final, con el sobrevenido proceso electoral nacional.
Camino al Cambio ya no tomó posiciones nacionales en 2014 luego de haber reclamado – junto al FRI – una unidad opositora que tuviera en cuenta la integración autonómica en el proceso ya desde lo electoral. Finalmente no apoyó ni a Samuel Doria Medina ni a Tuto Quiroga y esa pérdida de espacios le restó poder negociador en el segundo round, el de las elecciones departamentales.
En 2018, con el calendario acelerado por intereses del MAS y con la retirada de Samuel Doria Medina, las opciones son todavía más reducidas para aquellos que no quieran aparecer al lado de los candidatos “funcionales” al régimen de Evo Morales.
El Gobernador y sus cercanos se movieron antes y tras constituir la agrupación ciudadana departamental “Todos” con Wilman Cardozo en el Chaco lograron una alianza formal con Carlos Mesa, que en realidad no llegó a registrarse en el TSE ya que la negociación duró más de la cuenta, según unos por los reparos sobre la presencia de Wilman Cardozo, según los otros, por lo difícil que es hacer entender a los paceños el sistema autonómico y las necesidades de las regiones.
“Todos” se la ha jugado a Mesa, que si le sale bien la dejaría en posición de fuerza para enfrentar las elecciones de 2020 en el departamento sin mucha necesidad de recurrir a una alianza muy amplia, sobre todo por la alianza chaqueña con Wilman Cardozo, por mucha pérdida de pegada que este acabe teniendo.
En el contexto electoral, va a resultar clave para la Gobernación posicionar su idea de nueva economía que se ha empezado a colocar con los temas de incentivar la iniciativa privada, además de culminar algunas obras emblemáticas y entregar la ruta al Chaco. Si lo logran, sus opciones de reproducción quedarán colocadas. Si no, la generación veterana atacará sin piedad hasta conseguir nuevos espacios.
La tercera vía, a la espera de las posiciones
Si las elecciones en Tarija siempre se han regido por el bloque MAS y el bloque AntiMAS, siempre ha quedado un sector no tan contento, que representa una suerte de tercera vía, y que ha preferido no posicionarse.
La más visible era la agrupación UNIR de los años felices, cuando los Paz y los Montes eran uno y se repartían la Alcaldía. No necesitaron mostrarse en lo departamental. Sólo Montes intentó en 2014 colocarse nítidamente al frente del bloque autonomista – antiMAS y acabó en la enfermería a la primera arremetida judicial del MAS, que le recordó su función.
Si cuando eran uno no intentaron pugnar, difícilmente lo harán ahora que no existen mimbres. Las posibilidades de Rodrigo Paz son remotas mientras que las de Montes - salvo que cuaje la teoría del “Frente Amplio Popular” con el MAS agazapado – son mínimas mientras no acabe de armar algo en el Chaco, donde hay pocas opciones.
La situación de Montes es similar a la de Johnny Torres, ninguno tiene Chaco y ninguno puede permitirse perder, conclusión: solo puede quedar uno. Torres por su parte tiene el apoyo de su fracción del MNR y una alta aceptación en Cercado, donde ya fue la autoridad más votada en 2015.
En la tercera vía ha asomado la patita también Luis Alfaro, que se ha retirado de la primera línea de la Gobernación con ruptura pero sin demasiado ruido y que sigue alimentando su 14 por ciento de tercera fuerza, una cantidad que probablemente crezca a medida que el MAS suma descontentos. Alfaro no niega su ambición para 2020 y mantiene la alianza con el sector campesino nacional que se apartó del Movimiento Al Socialismo.
Por último, sin saber dónde se encuadrara finalmente, está Unidad Nacional, que ha crecido orgánicamente y mantiene también distancias con la Gobernación de cara a las elecciones de 2020.
Sin duda queda todavía mucho por analizar, pero 2019 va tomando forma.
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