Seis museos cuentan la historia de Tarija
Tarija tiene muchos museos que albergan la historia de su gente, de sus antepasados y de sus principales acontecimientos. Entre los principales figuran el museo Nacional Paleontológico Arqueológico, el museo Franciscano, el museo de San Roque, la casa museo de Eustaquio Méndez Arenas, la Casa...
Tarija tiene muchos museos que albergan la historia de su gente, de sus antepasados y de sus principales acontecimientos. Entre los principales figuran el museo Nacional Paleontológico Arqueológico, el museo Franciscano, el museo de San Roque, la casa museo de Eustaquio Méndez Arenas, la Casa Dorada y el Museo Histórico Militar del Gran Chaco.
Cada uno de estos espacios transporta al visitante a tiempos inmemoriales. En el primero de ellos, el museo Nacional Paleontológico Arqueológico quedaron documentados los acontecimientos geológicos ocurridos en el pasado y es que los fósiles son la información de una increíble época donde convivieron gigantes de 5 metros de altura en posición erguida y de 7 metros de longitud en posición horizontal.
Se trataba de mastodontes, armadillos, tatús y guanacos. Todos ellos gigantes. Los paleontólogos confirman que hoy la misma ciudad de Tarija se encuentra asentada sobre una gran cantidad de fósiles. Revelan que en este yacimiento se clasificaron 55 especies, 49 géneros y 29 familias, patrimonio faunístico de mamíferos muy rico y muy famoso en el mundo.
Explican los investigadores que fue sorprendente la recuperación de restos fósiles en depósitos glaciales al borde de Tarija y Padcaya.
Fue recién cerca del año 1941 cuando el alcalde de ese entonces, Isaac Attie, estableció construir el Museo Paleontológico de Tarija. Su edificación llevó muchos años de conflicto. En 1941 se tenía el terreno para el museo, empero los impedimentos siempre eran los mismos, el alcalde Isaac Attie contaba sólo con 50.000 bolivianos, cantidad insuficiente para una obra de tal envergadura.
Aquí vino la tarea difícil, “solicitar dinero al gobierno central, ésta vez para una obra de contenido cultural y científico, proyecto poco atractivo en nuestro medio”, asegura la escritora Hanne Amado Romero.
Ya en el año 1942 hubo un ofrecimiento del Gobierno para tramitar para el Museo Municipal 157.000 bolivianos. Más aun Isaac Attie en el año 1943 dejó la Alcaldía Municipal, haciendo renuncia de sus funciones por motivos personales y familiares. De esta manera, quedaron obras iniciadas en su gestión para ser concluidas, entre éstas el Museo.
En el año 1949 hubo un informe del entonces nuevo Alcalde de Tarija, Ciscar Cabezas, donde expresó: “el edificio del Museo ya está en vías de terminarse”. Así, llegó el año 1950 y todavía el edificio no se concluía.
Entre los años 1950 y 1956, se produjo una paralización en la entrega de la obra y su posterior puesta en marcha.
Fueron pasando los años y finalmente en el año 1959 se conoció la inauguración oficial del Museo, sin mucho éxito por la poca o ninguna importancia que le daban las autoridades de ese entonces.
Ante este gran descuido, en 1964, mediante una ordenanza municipal, transfieren el museo a la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho (Uajms). Desde ese entonces la universidad comenzó a darle un rumbo más investigativo.
El museo Franciscano
El segundo museo que hoy traemos a estas páginas es el Fray Francisco Miguel Mari, más conocido como Museo Franciscano de Tarija.
Entre lo más invaluable dentro de las posesiones del museo, destacan los manuscritos que datan del tiempo de la colonia cuando la orden de franciscanos llegó a la región en el año 1606. Se trata de documentos que dan cuenta de siglos de historia no sólo de Tarija sino de otros departamentos.
La biblioteca antigua está compuesta por al menos 11 mil volúmenes, libros que datan de 1500 en adelante. La biblioteca moderna tiene aproximadamente 10 mil volúmenes; la biblioteca universitaria 17 mil volúmenes y el archivo más de 30 mil páginas.
Se pueden observar los acabados de estos libros cocidos y forrados en cuero, cuyo tamaño oscila entre los 8 y 20 centímetros. Se trata de valiosos documentos que sobrevivieron décadas y siglos celosamente guardados.
Otras riquezas vinculadas a la historia de Tarija y de Bolivia son las piezas arqueológicas y artesanías en cerámica que fueron recolectadas por un sacerdote italiano que llegó a Tarija como párroco y se ocupó de recopilar durante más de 20 años las muestras de cerámica, artesanías y herramientas de la Colonia.
La Sala de Misiones es un espacio dentro del museo en el que se pueden apreciar objetos que eran utilizados cotidianamente por los religiosos del convento franciscano. Las celdas, que eran los dormitorios, eran pequeñas habitaciones muy modestas, donde la sobriedad era el rasgo esencial. En ellas sólo había lo necesario, un catre, una mesa, una silla, una imagen sacra y el habitual lavatorio.
El Cristo de Tarairi, que fue recogido en 1942 en la Guerra del Chaco, es la prueba de un milagro, ya que durante la contienda bélica una bomba fue lanzada directamente a la iglesia destruyéndola por completo, excepto el altar que se puede apreciar en una fotografía y la imagen del Cristo.
La sala de la liturgia nos ayuda a apreciar la calidad de las prendas religiosas de antaño que se usaban para la celebración de la misa entre las cuales destaca un atuendo bordado en hilos de oro.
Otras piezas que reflejan el esplendor de la Iglesia Católica son objetos en platería y joyas con diseños religiosos que se usaban para expresar la devoción.
La pinacoteca del museo es sin duda invaluable con cuadros antiguos traídos de diferentes templos en la época de la Colonia. La mayoría de las pinturas de esa época son anónimas.
En otro espacio se puede apreciar también obras de arte moderno de reconocidos pintores bolivianos.
El museo de San Roque
Otro museo importante es el de San Roque, éste fue creado en base a los aportes que por más de un siglo han ido haciendo los devotos del santo patrono en la Fiesta Grande de Tarija. Una devoción que se manifiesta principalmente en donar ricas vestimentas para el santo.
“La gente lo viste a San Roque en la gloria, en el paraíso”, explica el padre Garvin Grech, párroco de la iglesia, al detallar la calidad de los vestidos que están costurados en base a ricas telas y bordados con mucho arte y en hilos de oro y plata.
Explica que San Roque fue un santo que usaba vestimentas sencillas. Señala que la riqueza de los trajes que se conservan en el museo tiene que ver con la devoción de la gente.
La imagen de San Roque mide un metro con 20 centímetros y ha sido hecha en madera. Es una imagen que además de su valor religioso tiene una riqueza cultural e histórica importante, ya que es una de las pocas obras de arte que quedan aún y que dan una muestra de lo que fue este tipo de arte en el siglo XVIII.
De acuerdo al padre Garvin Grech se han utilizado diferentes maderas de procedencia potosina. Recientemente la imagen fue restaurada en un procedimiento que se prolongó por más de un año y que fue realizado por expertos restauradores.
En el museo se pueden observar partes de la imagen que quedaron luego de la restauración y en las que se observa el daño que fue sufriendo la imagen, producto del paso del tiempo.
La imagen fue moldeada proporcionalmente a la figura humana y en un tamaño muy aproximado al natural, por lo que las vestimentas en el museo lucen como hechas para un San Roque vivo.
Las hay de muy diversos colores pero todas siguen un mismo diseño que contempla la camisa, el sayal, la capa y la peregrina de Santiago. La data de las vestiduras más antiguas es de fines del siglo XIX y fueron donadas por familias de la ciudad entre las que destaca la de Moisés Navajas.
La imagen principal de San Roque se conserva en el templo que lleva su nombre y del cual sale año tras año durante las procesiones.
Otra imagen de San Roque en un tamaño más reducido se puede apreciar en el museo, de cuyas manos cuelgan los símbolos de la vestimenta de los chunchos.
También se puede apreciar una pintura del artista Nico Camponovo en la que se muestra a San Roque mostrando sus heridas y con su fiel perro a su diestra.
Además en el museo de San Roque se observa una vestimenta antigua de chuncho, que perteneció a don Aurelio Arce, quien vivió entre 1882 y 1971 y fue un importante preservador de la tradición de los chunchos promesantes como la manifestación más grande de la devoción a San Roque en Tarija.
Otros objetos interesantes y valiosos son las vestimentas y estolas sacerdotales que utilizaron los párrocos de la iglesia en los siglos pasados.
El museo fue creado en 2007 para resguardar el patrimonio de la iglesia de San Roque y fue instalado en la casa parroquial construida en 1908 luego de la llegada de los monjes carmelitas a Tarija. No está abierto al público debido a la falta del personal para su custodia.
La casa museo del “Moto”
Si se quiere saber la historia del héroe de los tarijeños, San Lorenzo, primera sección de la provincia Méndez guarda una reliquia turística que se encuentra a pocos pasos de la plaza principal del villorrio de San Lorenzo. Se trata de la casa del héroe chapaco, Eustaquio “Moto” Méndez Arenas. Ésta fue declarada Monumento Nacional, instalándose en sus dependencias un museo histórico.
El museo se preserva tal cual fue construido en la época (1800), tiene tres ambientes en la parte baja. Está la sala de recepción donde se recibe y registra al turista en el libro de estadísticas, aquí está el retrato pintado del “Moto” y Manuel Belgrano.
Luego está la Sala Histórica donde se presentan todas las pertenencias que se han logrado recuperar de Eustaquio Méndez como el sable que Belgrano le regaló porque lucharon juntos por la independencia, también está el sable del “Moto”; los enseres de su montura como estribos, espuelas, frenos de caballos que fueron hechos a mano en aquella época, tijeras, mapas, medallas e incluso una azucarera que pertenecía a su abuela.
En un tercer ambiente se tienen rejas musleras de la época, arados de palo, bateas de maderas, yuyos, ollas de barros y una caña, instrumento musical típico de Tarija. En la parte alta, está el dormitorio con una salida al balcón de madera, ahí está la cama del “Moto”, cofres y una silla que se conserva.
Luego se pasa al patio colonial que mantiene el empedrado original, ahí está el pozo de agua, el horno de barro y el molle con su uva mollar, todos estos detalles maravillan al visitante. En el patio también se construyó un mural sobre la Guerra de la Independencia. Éste se hizo en 1981 por el profesor Benito Huarachi.
La Casa Dorada
Fue durante los viajes a Europa que Moisés Navajas se sintió atraído por las obras arquitectónicas y artísticas de estilo Art Noveau; por esto decidió contratar a los arquitectos suizo-italianos Miguel y Rafael Camponovo para que proyectaran y dirigieran la construcción que después sería su residencia y que a la vez albergaría a una serie de tiendas comerciales.
La construcción comenzó en el transcurso de 1887 y duró 16 años. Finalmente la Casa Dorada se inauguró el 9 de enero de 1903.
Entre los principales espacios de la casa están el salón Dorado, la sala de fotografías, el vestuario, la sala de música, el salón comedor, la capilla y el teatro. En la actualidad se añadió una sala de exposiciones y una biblioteca.
En el salón Dorado hay grandes espejos biselados y plafones pintados al óleo, hay esculturas y muebles que pertenecieron a los propietarios. Ahí se daban las grandes fiestas a las cuales no se podía asistir sin conocer el rol de baile, compuesto por las piezas musicales que se bailarían esa noche.
En el salón de música, un piano y una fonola son los principales instrumentos de Moisés Navajas. De acuerdo a la guía de la casa, Ruth Daza, Navajas tocaba el piano mediante una conexión con la fonola, que le permitía tocar con los pies e interpretar de manera más sencilla las piezas.
Caminando más allá, en la sala de vestuario se luce una réplica de los vestidos de la esposa de Navajas, Esperanza Morales; es así que un blanco vestido de novia se impone en una añeja vitrina. Junto a él está una corona original que Esperanza llevó el día de su boda. También se guarda ahí un sombrero negro de copa que perteneció a Navajas.
El salón comedor muestra una gran mesa, viejas sillas y suntuosas vajillas. Entre las porcelanas destaca un plato que condecora a Navajas por haber fundado el hogar de niños que lleva su nombre. Entre otras cosas valiosas, un vaso con la imagen de la Casa Dorada sobrevivió al tiempo y se dice que éste formaba parte de la vajilla de gala de la familia.
En la habitación continua está el muestrario de la actividad comercial de los Navajas, hay catálogos de encajes, de telas, de tapices de pared, alfombras y hasta sobres para invitaciones. También reposa ahí un extinguidor de incendios ruso.
También está el oratorio, que se convertía en capilla para realizar matrimonios. El permiso del vaticano para estos oficios destaca en un pergamino que reposa en una vitrina. También hay un misal de rezos y canticos escritos en latín. Y una imagen de la virgen La Dolorosa hecha con cera y vestida de túnicas con hilos de oro da la bienvenida.
Finalmente la sala de fotografías nos muestra a la familia Navajas en su gran huerta llamada parque Zalles, hoy parque Bolívar.
El Museo Histórico Militar del Gran Chaco
Una construcción de paredes blancas con un jardín a la entrada, donde se pueden divisar dos cañones acomodados a los costados de la puerta principal, se ha convertido en un museo que alberga un tesoro invaluable de la Guerra del Chaco.
Se trata del entonces comando boliviano, que fue inaugurado como Museo Histórico Militar de la Guerra del Chaco el 14 de junio de 1998. La originalidad de la construcción del edificio está dada en su forma octagonal y en éste se guardan trofeos de guerra, fotografías, mapas, maquetas del desarrollo de algunos combates, documentos, uniformes y patios cuajados de cruces simbólicas.
El museo se encuentra frente a la Plaza 6 de Agosto, a pocos metros de la iglesia San Francisco Solano. Soldados del Regimiento de Artillería Pisagua cuidan de él. La infraestructura está abierta desde las ocho de la mañana hasta las siete de la noche en horario corrido.
La infraestructura está dividida en seis habitaciones. Lo más sobresaliente es la bandera de Boquerón, que estaba flameando en la batalla del mismo nombre. Ésta actualmente se encuentra dividida en dos partes. La mitad está en Villa Montes y la otra mitad en el Museo del Colegio Militar en la ciudad de La Paz
En el lugar también se observan puestos de comunicación, trincheras, un cementerio, vehículos de la época, pertrechos y otros que recrean el paisaje que hubo en los distintos puestos de combate durante la campaña del Chaco.
Asimismo, en los salones del museo está la exposición de una serie de fotografías de las batallas como de los héroes que participaron en la contienda. El escenario se complementa con material bélico, uniformes, certificados, sables, mapas, listas de baterías, entre otros recuerdos que lograron superar al tiempo.
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Cada uno de estos espacios transporta al visitante a tiempos inmemoriales. En el primero de ellos, el museo Nacional Paleontológico Arqueológico quedaron documentados los acontecimientos geológicos ocurridos en el pasado y es que los fósiles son la información de una increíble época donde convivieron gigantes de 5 metros de altura en posición erguida y de 7 metros de longitud en posición horizontal.
Se trataba de mastodontes, armadillos, tatús y guanacos. Todos ellos gigantes. Los paleontólogos confirman que hoy la misma ciudad de Tarija se encuentra asentada sobre una gran cantidad de fósiles. Revelan que en este yacimiento se clasificaron 55 especies, 49 géneros y 29 familias, patrimonio faunístico de mamíferos muy rico y muy famoso en el mundo.
Explican los investigadores que fue sorprendente la recuperación de restos fósiles en depósitos glaciales al borde de Tarija y Padcaya.
Fue recién cerca del año 1941 cuando el alcalde de ese entonces, Isaac Attie, estableció construir el Museo Paleontológico de Tarija. Su edificación llevó muchos años de conflicto. En 1941 se tenía el terreno para el museo, empero los impedimentos siempre eran los mismos, el alcalde Isaac Attie contaba sólo con 50.000 bolivianos, cantidad insuficiente para una obra de tal envergadura.
Aquí vino la tarea difícil, “solicitar dinero al gobierno central, ésta vez para una obra de contenido cultural y científico, proyecto poco atractivo en nuestro medio”, asegura la escritora Hanne Amado Romero.
Ya en el año 1942 hubo un ofrecimiento del Gobierno para tramitar para el Museo Municipal 157.000 bolivianos. Más aun Isaac Attie en el año 1943 dejó la Alcaldía Municipal, haciendo renuncia de sus funciones por motivos personales y familiares. De esta manera, quedaron obras iniciadas en su gestión para ser concluidas, entre éstas el Museo.
En el año 1949 hubo un informe del entonces nuevo Alcalde de Tarija, Ciscar Cabezas, donde expresó: “el edificio del Museo ya está en vías de terminarse”. Así, llegó el año 1950 y todavía el edificio no se concluía.
Entre los años 1950 y 1956, se produjo una paralización en la entrega de la obra y su posterior puesta en marcha.
Fueron pasando los años y finalmente en el año 1959 se conoció la inauguración oficial del Museo, sin mucho éxito por la poca o ninguna importancia que le daban las autoridades de ese entonces.
Ante este gran descuido, en 1964, mediante una ordenanza municipal, transfieren el museo a la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho (Uajms). Desde ese entonces la universidad comenzó a darle un rumbo más investigativo.
El museo Franciscano
El segundo museo que hoy traemos a estas páginas es el Fray Francisco Miguel Mari, más conocido como Museo Franciscano de Tarija.
Entre lo más invaluable dentro de las posesiones del museo, destacan los manuscritos que datan del tiempo de la colonia cuando la orden de franciscanos llegó a la región en el año 1606. Se trata de documentos que dan cuenta de siglos de historia no sólo de Tarija sino de otros departamentos.
La biblioteca antigua está compuesta por al menos 11 mil volúmenes, libros que datan de 1500 en adelante. La biblioteca moderna tiene aproximadamente 10 mil volúmenes; la biblioteca universitaria 17 mil volúmenes y el archivo más de 30 mil páginas.
Se pueden observar los acabados de estos libros cocidos y forrados en cuero, cuyo tamaño oscila entre los 8 y 20 centímetros. Se trata de valiosos documentos que sobrevivieron décadas y siglos celosamente guardados.
Otras riquezas vinculadas a la historia de Tarija y de Bolivia son las piezas arqueológicas y artesanías en cerámica que fueron recolectadas por un sacerdote italiano que llegó a Tarija como párroco y se ocupó de recopilar durante más de 20 años las muestras de cerámica, artesanías y herramientas de la Colonia.
La Sala de Misiones es un espacio dentro del museo en el que se pueden apreciar objetos que eran utilizados cotidianamente por los religiosos del convento franciscano. Las celdas, que eran los dormitorios, eran pequeñas habitaciones muy modestas, donde la sobriedad era el rasgo esencial. En ellas sólo había lo necesario, un catre, una mesa, una silla, una imagen sacra y el habitual lavatorio.
El Cristo de Tarairi, que fue recogido en 1942 en la Guerra del Chaco, es la prueba de un milagro, ya que durante la contienda bélica una bomba fue lanzada directamente a la iglesia destruyéndola por completo, excepto el altar que se puede apreciar en una fotografía y la imagen del Cristo.
La sala de la liturgia nos ayuda a apreciar la calidad de las prendas religiosas de antaño que se usaban para la celebración de la misa entre las cuales destaca un atuendo bordado en hilos de oro.
Otras piezas que reflejan el esplendor de la Iglesia Católica son objetos en platería y joyas con diseños religiosos que se usaban para expresar la devoción.
La pinacoteca del museo es sin duda invaluable con cuadros antiguos traídos de diferentes templos en la época de la Colonia. La mayoría de las pinturas de esa época son anónimas.
En otro espacio se puede apreciar también obras de arte moderno de reconocidos pintores bolivianos.
El museo de San Roque
Otro museo importante es el de San Roque, éste fue creado en base a los aportes que por más de un siglo han ido haciendo los devotos del santo patrono en la Fiesta Grande de Tarija. Una devoción que se manifiesta principalmente en donar ricas vestimentas para el santo.
“La gente lo viste a San Roque en la gloria, en el paraíso”, explica el padre Garvin Grech, párroco de la iglesia, al detallar la calidad de los vestidos que están costurados en base a ricas telas y bordados con mucho arte y en hilos de oro y plata.
Explica que San Roque fue un santo que usaba vestimentas sencillas. Señala que la riqueza de los trajes que se conservan en el museo tiene que ver con la devoción de la gente.
La imagen de San Roque mide un metro con 20 centímetros y ha sido hecha en madera. Es una imagen que además de su valor religioso tiene una riqueza cultural e histórica importante, ya que es una de las pocas obras de arte que quedan aún y que dan una muestra de lo que fue este tipo de arte en el siglo XVIII.
De acuerdo al padre Garvin Grech se han utilizado diferentes maderas de procedencia potosina. Recientemente la imagen fue restaurada en un procedimiento que se prolongó por más de un año y que fue realizado por expertos restauradores.
En el museo se pueden observar partes de la imagen que quedaron luego de la restauración y en las que se observa el daño que fue sufriendo la imagen, producto del paso del tiempo.
La imagen fue moldeada proporcionalmente a la figura humana y en un tamaño muy aproximado al natural, por lo que las vestimentas en el museo lucen como hechas para un San Roque vivo.
Las hay de muy diversos colores pero todas siguen un mismo diseño que contempla la camisa, el sayal, la capa y la peregrina de Santiago. La data de las vestiduras más antiguas es de fines del siglo XIX y fueron donadas por familias de la ciudad entre las que destaca la de Moisés Navajas.
La imagen principal de San Roque se conserva en el templo que lleva su nombre y del cual sale año tras año durante las procesiones.
Otra imagen de San Roque en un tamaño más reducido se puede apreciar en el museo, de cuyas manos cuelgan los símbolos de la vestimenta de los chunchos.
También se puede apreciar una pintura del artista Nico Camponovo en la que se muestra a San Roque mostrando sus heridas y con su fiel perro a su diestra.
Además en el museo de San Roque se observa una vestimenta antigua de chuncho, que perteneció a don Aurelio Arce, quien vivió entre 1882 y 1971 y fue un importante preservador de la tradición de los chunchos promesantes como la manifestación más grande de la devoción a San Roque en Tarija.
Otros objetos interesantes y valiosos son las vestimentas y estolas sacerdotales que utilizaron los párrocos de la iglesia en los siglos pasados.
El museo fue creado en 2007 para resguardar el patrimonio de la iglesia de San Roque y fue instalado en la casa parroquial construida en 1908 luego de la llegada de los monjes carmelitas a Tarija. No está abierto al público debido a la falta del personal para su custodia.
La casa museo del “Moto”
Si se quiere saber la historia del héroe de los tarijeños, San Lorenzo, primera sección de la provincia Méndez guarda una reliquia turística que se encuentra a pocos pasos de la plaza principal del villorrio de San Lorenzo. Se trata de la casa del héroe chapaco, Eustaquio “Moto” Méndez Arenas. Ésta fue declarada Monumento Nacional, instalándose en sus dependencias un museo histórico.
El museo se preserva tal cual fue construido en la época (1800), tiene tres ambientes en la parte baja. Está la sala de recepción donde se recibe y registra al turista en el libro de estadísticas, aquí está el retrato pintado del “Moto” y Manuel Belgrano.
Luego está la Sala Histórica donde se presentan todas las pertenencias que se han logrado recuperar de Eustaquio Méndez como el sable que Belgrano le regaló porque lucharon juntos por la independencia, también está el sable del “Moto”; los enseres de su montura como estribos, espuelas, frenos de caballos que fueron hechos a mano en aquella época, tijeras, mapas, medallas e incluso una azucarera que pertenecía a su abuela.
En un tercer ambiente se tienen rejas musleras de la época, arados de palo, bateas de maderas, yuyos, ollas de barros y una caña, instrumento musical típico de Tarija. En la parte alta, está el dormitorio con una salida al balcón de madera, ahí está la cama del “Moto”, cofres y una silla que se conserva.
Luego se pasa al patio colonial que mantiene el empedrado original, ahí está el pozo de agua, el horno de barro y el molle con su uva mollar, todos estos detalles maravillan al visitante. En el patio también se construyó un mural sobre la Guerra de la Independencia. Éste se hizo en 1981 por el profesor Benito Huarachi.
La Casa Dorada
Fue durante los viajes a Europa que Moisés Navajas se sintió atraído por las obras arquitectónicas y artísticas de estilo Art Noveau; por esto decidió contratar a los arquitectos suizo-italianos Miguel y Rafael Camponovo para que proyectaran y dirigieran la construcción que después sería su residencia y que a la vez albergaría a una serie de tiendas comerciales.
La construcción comenzó en el transcurso de 1887 y duró 16 años. Finalmente la Casa Dorada se inauguró el 9 de enero de 1903.
Entre los principales espacios de la casa están el salón Dorado, la sala de fotografías, el vestuario, la sala de música, el salón comedor, la capilla y el teatro. En la actualidad se añadió una sala de exposiciones y una biblioteca.
En el salón Dorado hay grandes espejos biselados y plafones pintados al óleo, hay esculturas y muebles que pertenecieron a los propietarios. Ahí se daban las grandes fiestas a las cuales no se podía asistir sin conocer el rol de baile, compuesto por las piezas musicales que se bailarían esa noche.
En el salón de música, un piano y una fonola son los principales instrumentos de Moisés Navajas. De acuerdo a la guía de la casa, Ruth Daza, Navajas tocaba el piano mediante una conexión con la fonola, que le permitía tocar con los pies e interpretar de manera más sencilla las piezas.
Caminando más allá, en la sala de vestuario se luce una réplica de los vestidos de la esposa de Navajas, Esperanza Morales; es así que un blanco vestido de novia se impone en una añeja vitrina. Junto a él está una corona original que Esperanza llevó el día de su boda. También se guarda ahí un sombrero negro de copa que perteneció a Navajas.
El salón comedor muestra una gran mesa, viejas sillas y suntuosas vajillas. Entre las porcelanas destaca un plato que condecora a Navajas por haber fundado el hogar de niños que lleva su nombre. Entre otras cosas valiosas, un vaso con la imagen de la Casa Dorada sobrevivió al tiempo y se dice que éste formaba parte de la vajilla de gala de la familia.
En la habitación continua está el muestrario de la actividad comercial de los Navajas, hay catálogos de encajes, de telas, de tapices de pared, alfombras y hasta sobres para invitaciones. También reposa ahí un extinguidor de incendios ruso.
También está el oratorio, que se convertía en capilla para realizar matrimonios. El permiso del vaticano para estos oficios destaca en un pergamino que reposa en una vitrina. También hay un misal de rezos y canticos escritos en latín. Y una imagen de la virgen La Dolorosa hecha con cera y vestida de túnicas con hilos de oro da la bienvenida.
Finalmente la sala de fotografías nos muestra a la familia Navajas en su gran huerta llamada parque Zalles, hoy parque Bolívar.
El Museo Histórico Militar del Gran Chaco
Una construcción de paredes blancas con un jardín a la entrada, donde se pueden divisar dos cañones acomodados a los costados de la puerta principal, se ha convertido en un museo que alberga un tesoro invaluable de la Guerra del Chaco.
Se trata del entonces comando boliviano, que fue inaugurado como Museo Histórico Militar de la Guerra del Chaco el 14 de junio de 1998. La originalidad de la construcción del edificio está dada en su forma octagonal y en éste se guardan trofeos de guerra, fotografías, mapas, maquetas del desarrollo de algunos combates, documentos, uniformes y patios cuajados de cruces simbólicas.
El museo se encuentra frente a la Plaza 6 de Agosto, a pocos metros de la iglesia San Francisco Solano. Soldados del Regimiento de Artillería Pisagua cuidan de él. La infraestructura está abierta desde las ocho de la mañana hasta las siete de la noche en horario corrido.
La infraestructura está dividida en seis habitaciones. Lo más sobresaliente es la bandera de Boquerón, que estaba flameando en la batalla del mismo nombre. Ésta actualmente se encuentra dividida en dos partes. La mitad está en Villa Montes y la otra mitad en el Museo del Colegio Militar en la ciudad de La Paz
En el lugar también se observan puestos de comunicación, trincheras, un cementerio, vehículos de la época, pertrechos y otros que recrean el paisaje que hubo en los distintos puestos de combate durante la campaña del Chaco.
Asimismo, en los salones del museo está la exposición de una serie de fotografías de las batallas como de los héroes que participaron en la contienda. El escenario se complementa con material bélico, uniformes, certificados, sables, mapas, listas de baterías, entre otros recuerdos que lograron superar al tiempo.
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