La soledad de Morales en Tarija

Como hacía años, el presidente Evo Morales está recorriendo el departamento de norte a sur y de este a oeste, entregando proyectos de los alcaldes o de los ministros y prometiendo algunas obras más o menos relevantes según a quien se le pregunte. El menú es variado, desde una sede de Entel...

EDITORIAL
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Como hacía años, el presidente Evo Morales está recorriendo el departamento de norte a sur y de este a oeste, entregando proyectos de los alcaldes o de los ministros y prometiendo algunas obras más o menos relevantes según a quien se le pregunte. El menú es variado, desde una sede de Entel hasta un colegio o un puente en una carretera comunal.

Morales empezó su gira de retorno a Tarija después de unos cuantos meses con buen ánimo, con impulso renovado y con ganas de agradar a sus incondicionales y también intentar volver a seducir a aquel 51% por ciento que le dio su apoyo en las elecciones de 2009 y también en las elecciones de 2014.

El ánimo, sin embargo, ha decaído pronto y Morales no parece ser el mismo. De momento la agenda no es lo que se había prometido y los efectos de algunos de los actos que ha presidido no tardarán en pasar la factura. Los roles se han invertido. Los aliados y líderes que lo rodean no le arropan para sumar, sino que pretenden ser redimidos con el apoyo del presidente, que sacrifica capital para ellos.

Morales ha perdido su proximidad y a la vez, parece ser un presidente más vulnerable. En ningún otro momento de su carrera, en ninguna comunidad del país, los suyos le hubieran exigido con tan meridiana claridad nada. El Movimiento Al Socialismo no es precisamente un partido democratizado en todas sus instancias y más bien responde a unas lógicas sindicales muy sectoriales que dirimen sus problemas y conflictos a puerta cerrada. Dentro de ese delicadísimo juego de equilibrio, otros han alimentado la dimensión vertical, más disciplinada la vieja usanza del marxismo leninismo cada vez más evaluado en las filas del Gobierno.

En Entre Ríos, en la comunidad de Chiquiacá, un dirigente de los pesados en la zona le exigió a Evo que les ayudara con la tramitación de la modificación a la Ley del 45% porque la consideraban una injusticia. Abiertamente denunció un trato de favor con los compañeros del Chaco y pidió que el presidente actuara en favor de los más pobres, que en este caso serían ellos.

Tres días después, el mismo pedido en Bermejo, esta vez en formato de cartel de grandes dimensiones acabó por hacerle perder la paciencia. Morales estalló y pidió “no molestar” con ese tema, argumentando que “ni siquiera se ha encontrado gas”, “todavía” añadió rápidamente. Una orden directa que en sí supone un aplastamiento del pedido y el desistimiento a ahondar la vía de la tramitación parlamentaria en La Paz para modificar la Ley 3038 donde, todavía, la palabra de Morales es por demás la voluntad mayoritaria.

Negar tan vehementemente la aspiración de las provincias productoras de poder acceder de forma directa a una parte menor de los beneficios que reportan y que de momento se van al Chaco tendrá sus consecuencias en lo político, pero además todo apunta a que los involucrados no acatarán tan fácilmente la orden de Morales. Algunos han optado por pedir la cabeza del portador del cártel, a modo de ofrenda antes de continuar con la batalla.

La reacción de Morales se da en Bermejo, en el mismo lugar donde se ha dejado buena parte de su capital político y proyección internacional como activista ambiental luego de firmar el sábado pasado las leyes contractuales que autorizan la exploración en la Reserva Nacional de Tariquía. Otro jirón que le queda de esta accidentada gira tarijeña.

El pedido del 45 por ciento no debería haber llegado tan lejos. Mucho antes, en términos políticos, los operadores del MAS debían haber abortado la operación por cuestiones pragmáticas. Tampoco era necesario que Morales estuviera delante de las cámaras mientras se entregaba la Reserva Nacional a un operador petrolero extranjero. Morales empezó a fichar ex opositores y otros aristócratas tarijeños para sentirse más arropado cuando llegaba a Tarija. Para que estos le ayudaran a entender y transmitir los mensajes. Los ministros deberían ayudar a Morales y no al revés.

La gira se acerca a su fin luego de un estadio vacío, un jalón de orejas, una firma poco ecológica, seis millones para construir un patio de comidas y un pabellón en un campo ferial que se usa una vez al año, o dos, y otros cuantos para construir un lugar de reunión para los alcaldes, como si no tuvieran. Tras evitar la Fexpo, quedan platos fuertes: la entrega de la precaria Entre Ríos Palos Blancos, la sesión de Honor y el desfile. Veremos si alguno de los aliados tarijeños logra sumarle algún punto al presidente o siguen erosionando su imagen.

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