Ante creciente sobrepeso y obesidad proponen impulsar agricultura familiar
En los últimos años se ha visto un notable incremento de obesidad y sobrepeso en Bolivia, y las tendencias en Tarija son también preocupantes: ocupa el tercer puesto a nivel nacional en obesidad femenina (después de Beni y Santa Cruz), y el primer lugar en obesidad estudiantil. A finales de...
En los últimos años se ha visto un notable incremento de obesidad y sobrepeso en Bolivia, y las tendencias en Tarija son también preocupantes: ocupa el tercer puesto a nivel nacional en obesidad femenina (después de Beni y Santa Cruz), y el primer lugar en obesidad estudiantil.
A finales de 2017 se publicaron resultados de la Encuesta de Demografía y Salud 2016 (EDSA) realizada por Instituto Nacional de Estadística (INE), que mostraba que el 33,6% de las mujeres tarijeñas entre 15 y 49 años tenía sobrepeso, y que el 27,4% padecía obesidad. Esto significa que un 61% de las mujeres tarijeñas en edad fértil padecen sobrepeso u obesidad.
Con estos resultados, el departamento de Tarija se encuentra solamente por debajo de Beni (63,4%) y Santa Cruz (63,1%) en estos indicadores. Su inmediato seguidor es la ciudad de El Alto, cuyas mujeres en edad fértil en estado de obesidad y sobrepeso llegan al 58,1%. El departamento de La Paz llega en promedio al 56,4%.
Es un problema que va en aumento, ya que según datos de la encuesta, a nivel nacional existe un incremento de siete puntos porcentuales en la obesidad femenina, que pasó de 17,4% en 2008 al 24,4% en 2016.
Como se ve, las estadísticas de Tarija superan el promedio nacional tanto en sobrepeso como en obesidad, con lo que se sitúa como uno de los departamentos con mayor incidencia en este problema.
Fue criticado que la encuesta del INE sólo contemple datos para mujeres y no así para hombres. La Fundación Tierra hizo una estimación para la obesidad y sobrepeso en hombres para la ciudad de El Alto: 51%. No existen estas estimaciones para Tarija ni a nivel nacional.
Pero lo que esto muestra es que las mujeres están más expuestas a este problema que los hombres. Según la citada ONG, esto se debe en parte a que “las mujeres descuidan su alimentación sana porque según los roles tradicionales de género, tienen sobrecarga laboral al ocuparse de las labores domésticas y actividades económicas”.
Estudiantes también
También a finales del año pasado, la coordinadora departamental de las Unidades de Nutrición Integral del Servicio Departamental de Salud (Sedes) en Tarija, Elva Gisbert Catari, informó que el Programa de Alimentación y Nutrición del Sedes realizó una investigación junto con la Contraloría, en la que se determinó que el 30% de la población estudiantil en Tarija (inicial, primario y secundario) está con obesidad y sobrepeso.
La misma Gisbert indicó que según una encuesta del INE, el 20% de los niños tarijeños tiene obesidad, con lo que ocupa el primer lugar a nivel nacional en este segmento de la población, ya que Chuquisaca tiene un 11%, La Paz y Oruro tienen 6%, Cochabamba un 8%, igual que Potosí, y Santa Cruz con el 13% de niños con obesidad.
Los datos preocupan porque, según indicó la funcionaria, organizaciones internacionales encontraron que de cada diez niños con obesidad ocho siguen siendo obesos cuando crecen y solo dos se rehabilitan. Es decir que el 80% de los niños que son obesos continúan siéndolo cuando crecen, o que al menos tienen predisposición de mantenerse en el sobrepeso a lo largo de su vida.
Sobrepeso y malnutrición
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), por malnutrición se entienden “las carencias, los excesos o los desequilibrios de la ingesta de energía y/o nutrientes de una persona”. En este sentido, tanto la obesidad/sobrepeso como la delgadez extrema son considerados malnutrición.
La misma OMS identifica dos causas principales para el sobrepeso y la obesidad: 1. Mala alimentación (consumo excesivo de alimentos de alto contenido calórico y de baja calidad nutricional, provocando la saturación de grasas en el cuerpo); y 2. Sedentarismo (falta de actividad física para el desgaste de las calorías acumuladas por la ingesta de alimentos).
Ambos fenómenos están presentes en todos los departamentos y ciudades de Bolivia, con sus respectivas particularidades. Lo común es la proliferación de comida “chatarra” tanto en las calles como en los propios hogares.
Según la Fundación Tierra, el consumo de pollos broster y spiedo, acompañados de bebidas azucaradas es algo cada vez más extendido.
Y es que el consumo de estos y otros alimentos “ultraprocesados, altos en grasas y azúcar”, se generaliza debido a que “la producción industrial abarata los precios, la publicidad atrae más consumidores sin brindar información sobre los componentes y raciones de los productos, obligando a muchas familias a abandonar la alimentación saludable”.
Si bien el sobrepeso y la obesidad son condiciones que afectan a las personas de forma individual, la OMS advierte que se han convertido en un problema de interés público porque no sólo dependen de la voluntad de cada consumidor, sino también de la creciente venta de alimentos no saludables, la rápida urbanización, la marginalización de la agricultura familiar, la falta de parques y espacios públicos, la masificación del transporte y otros. Ya no es solo un problema de países ricos.
La misma OMS ha catalogado a estos problemas como “la epidemia del siglo XXI” a nivel planetario. Afectan tanto a adultos como a niños en edad escolar, y se estima que en todo el mundo más de mil millones de personas viven con problemas de sobrepeso.
El indicador que se utiliza para medir sobrepeso y obesidad se llama Índice de Masa Corporal (IMC). Se calcula a partir de dos datos básicos: la estatura y el peso. La fórmula es IMC=Peso (kg)/Altura x Altura (m).
Cuando el IMC es menor a 18,5, se considera que la persona es delgada. Cuando está entre 18,5 y 24,9 el peso es considerado normal. Cuando el IMC está entre 25 y 29,9 se considera sobrepeso. Y cuando supera el valor de 30 es considerado obesidad.
Sistemas agroalimentarios en crisis
Entre los aspectos más influyentes en este problema está el cambio de los sistemas agroalimentarios en las últimas décadas, puesto que la alimentación sana y la agroecología están “íntimamente conectadas”.
Según detalla la Fundación Tierra, históricamente los agricultores familiares (conformados por el sector campesino e indígena) son los productores de alimentos “orgánicos y diversificados, por tanto, constituyen la columna vertebral de la seguridad y soberanía alimentaria”.
Pero “lamentablemente, en la actualidad están siendo desplazados rápidamente por el sistema agroalimentario a gran escala llamado también agronegocio”, advierte.
El agronegocio en Bolivia tiene su base productiva en el Oriente. Este modelo “produce alimentos con fines de lucro y no contribuye a la seguridad alimentaria del país”, y además “los agroindustriales reciben subsidios y estímulos como la eliminación de la Función Económico Social (FES) de la tierra, autorización para desmontes, libre importación de insumos agrotóxicos y otros”.
Dos modelos
Desde hace años la Fundación Tierra viene observando que en Bolivia, al igual que en otros países, existen dos principales modelos de agricultura. Por un lado, la agricultura familiar campesina a pequeña escala basada en la mano de obra familiar, prácticas con fundamentos agroecológicos y bajo uso de agroquímicos.
Y por otro, la agricultura agroindustrial “ligada a grupos empresariales dedicados a la producción de monocultivos a gran escala y con uso indiscriminado de agrotóxicos” (fertilizantes, insecticidas, fungicidas, herbicidas, semillas transgénicas).
“Todos los estudios dan cuenta que este modelo se está imponiendo aceleradamente sobre la agricultura familiar debido a que goza del apoyo político y económico de Estados, gobiernos y grupos de poder transnacionales”, afirma la institución.
En este contexto, la agricultura campesina que históricamente ha alimentado a la población se encuentra en desventaja y marginalidad, porque los alimentos ultra procesados y su libre importación crecen e invaden los mercados regionales y nacionales con precios abaratados.
Y a la par que los hábitos alimentarios están cambiando, los productos agrícolas de consumo tradicional como la papa, el maíz y las carnes tradicionales (caprina, ovina y camélida), están siendo reemplazados paulatinamente por productos como el arroz, fideo, aceites vegetales, carne de pollo y otros.
“En Bolivia mejorar las condiciones alimentarias es una tarea pendiente”, afirma Fundación Tierra, aunque no es una tarea fácil, “porque actualmente la mayor parte de las tierras cultivadas en Bolivia son utilizadas para producir materias primas agrícolas (soya, por ejemplo) que no se consumen como alimentos sino que se exportan casi en su totalidad a otros países”.
Propuestas contra la obesidad y el sobrepeso
Para comenzar, los expertos recomiendan realizar con “carácter de urgencia” estudios científicos específicos sobre la situación de malnutrición, prestando especial atención al sobrepeso y obesidad.
Si bien la información de la EDSA ofrece “valiosa información” para mujeres, no existen mediciones de peso y talla para los hombres, lo que “restringe las posibilidades de acción para combatir la obesidad”.
La Fundación Tierra propone promover la agricultura familiar y agroecológica como fuente de abastecimiento constante de alimentos saludables y balanceados. “Este es un reto mayor sabiendo que la agricultura familiar ha perdido mucho espacio en el mercado y está descapitalizada”, pero se puede y debe impulsar la creación de “redes y relaciones entre los consumidores urbanos y asociaciones de productores familiares”.
En este sentido, la ONG plantea “exigir a las entidades públicas la implementación de políticas públicas que fomenten la producción y consumo de alimentos de la agricultura familiar. Por ejemplo, el Estado debiera generar mecanismos de protección e incentivo para la agricultura familiar frente a la importación masiva e ilegal de alimentos procesados”.
En la misma dirección va la idea de revalorizar la cultura culinaria de cada región, basada en productos naturales provenientes de la agricultura familiar y local.
Se debería también restringir el consumo de bebidas azucaradas y aplicar el Decreto Supremo 2452 que dispone el etiquetado de alimentos transgénicos.
Asimismo, es necesario estudiar y debatir medidas para regular el mercado de la “comida chatarra”, ya que sus precios abaratados los hacen accesibles, competitivos y facilitan su masificación.
Finalmente, la Fundación Tierra considera que se debe prestar atención especial a la situación de las mujeres, quienes presentan el mayor porcentaje de personas con problemas de sobrepeso y obesidad.
“Es importante priorizar acciones preventivas focalizadas en las mujeres, considerando además que, ellas cumplen funciones claves para la socialización y selección de alimentos que consume cada familia”, concluye.
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A finales de 2017 se publicaron resultados de la Encuesta de Demografía y Salud 2016 (EDSA) realizada por Instituto Nacional de Estadística (INE), que mostraba que el 33,6% de las mujeres tarijeñas entre 15 y 49 años tenía sobrepeso, y que el 27,4% padecía obesidad. Esto significa que un 61% de las mujeres tarijeñas en edad fértil padecen sobrepeso u obesidad.
Con estos resultados, el departamento de Tarija se encuentra solamente por debajo de Beni (63,4%) y Santa Cruz (63,1%) en estos indicadores. Su inmediato seguidor es la ciudad de El Alto, cuyas mujeres en edad fértil en estado de obesidad y sobrepeso llegan al 58,1%. El departamento de La Paz llega en promedio al 56,4%.
Es un problema que va en aumento, ya que según datos de la encuesta, a nivel nacional existe un incremento de siete puntos porcentuales en la obesidad femenina, que pasó de 17,4% en 2008 al 24,4% en 2016.
Como se ve, las estadísticas de Tarija superan el promedio nacional tanto en sobrepeso como en obesidad, con lo que se sitúa como uno de los departamentos con mayor incidencia en este problema.
Fue criticado que la encuesta del INE sólo contemple datos para mujeres y no así para hombres. La Fundación Tierra hizo una estimación para la obesidad y sobrepeso en hombres para la ciudad de El Alto: 51%. No existen estas estimaciones para Tarija ni a nivel nacional.
Pero lo que esto muestra es que las mujeres están más expuestas a este problema que los hombres. Según la citada ONG, esto se debe en parte a que “las mujeres descuidan su alimentación sana porque según los roles tradicionales de género, tienen sobrecarga laboral al ocuparse de las labores domésticas y actividades económicas”.
Estudiantes también
También a finales del año pasado, la coordinadora departamental de las Unidades de Nutrición Integral del Servicio Departamental de Salud (Sedes) en Tarija, Elva Gisbert Catari, informó que el Programa de Alimentación y Nutrición del Sedes realizó una investigación junto con la Contraloría, en la que se determinó que el 30% de la población estudiantil en Tarija (inicial, primario y secundario) está con obesidad y sobrepeso.
La misma Gisbert indicó que según una encuesta del INE, el 20% de los niños tarijeños tiene obesidad, con lo que ocupa el primer lugar a nivel nacional en este segmento de la población, ya que Chuquisaca tiene un 11%, La Paz y Oruro tienen 6%, Cochabamba un 8%, igual que Potosí, y Santa Cruz con el 13% de niños con obesidad.
Los datos preocupan porque, según indicó la funcionaria, organizaciones internacionales encontraron que de cada diez niños con obesidad ocho siguen siendo obesos cuando crecen y solo dos se rehabilitan. Es decir que el 80% de los niños que son obesos continúan siéndolo cuando crecen, o que al menos tienen predisposición de mantenerse en el sobrepeso a lo largo de su vida.
Sobrepeso y malnutrición
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), por malnutrición se entienden “las carencias, los excesos o los desequilibrios de la ingesta de energía y/o nutrientes de una persona”. En este sentido, tanto la obesidad/sobrepeso como la delgadez extrema son considerados malnutrición.
La misma OMS identifica dos causas principales para el sobrepeso y la obesidad: 1. Mala alimentación (consumo excesivo de alimentos de alto contenido calórico y de baja calidad nutricional, provocando la saturación de grasas en el cuerpo); y 2. Sedentarismo (falta de actividad física para el desgaste de las calorías acumuladas por la ingesta de alimentos).
Ambos fenómenos están presentes en todos los departamentos y ciudades de Bolivia, con sus respectivas particularidades. Lo común es la proliferación de comida “chatarra” tanto en las calles como en los propios hogares.
Según la Fundación Tierra, el consumo de pollos broster y spiedo, acompañados de bebidas azucaradas es algo cada vez más extendido.
Y es que el consumo de estos y otros alimentos “ultraprocesados, altos en grasas y azúcar”, se generaliza debido a que “la producción industrial abarata los precios, la publicidad atrae más consumidores sin brindar información sobre los componentes y raciones de los productos, obligando a muchas familias a abandonar la alimentación saludable”.
Si bien el sobrepeso y la obesidad son condiciones que afectan a las personas de forma individual, la OMS advierte que se han convertido en un problema de interés público porque no sólo dependen de la voluntad de cada consumidor, sino también de la creciente venta de alimentos no saludables, la rápida urbanización, la marginalización de la agricultura familiar, la falta de parques y espacios públicos, la masificación del transporte y otros. Ya no es solo un problema de países ricos.
La misma OMS ha catalogado a estos problemas como “la epidemia del siglo XXI” a nivel planetario. Afectan tanto a adultos como a niños en edad escolar, y se estima que en todo el mundo más de mil millones de personas viven con problemas de sobrepeso.
El indicador que se utiliza para medir sobrepeso y obesidad se llama Índice de Masa Corporal (IMC). Se calcula a partir de dos datos básicos: la estatura y el peso. La fórmula es IMC=Peso (kg)/Altura x Altura (m).
Cuando el IMC es menor a 18,5, se considera que la persona es delgada. Cuando está entre 18,5 y 24,9 el peso es considerado normal. Cuando el IMC está entre 25 y 29,9 se considera sobrepeso. Y cuando supera el valor de 30 es considerado obesidad.
Sistemas agroalimentarios en crisis
Entre los aspectos más influyentes en este problema está el cambio de los sistemas agroalimentarios en las últimas décadas, puesto que la alimentación sana y la agroecología están “íntimamente conectadas”.
Según detalla la Fundación Tierra, históricamente los agricultores familiares (conformados por el sector campesino e indígena) son los productores de alimentos “orgánicos y diversificados, por tanto, constituyen la columna vertebral de la seguridad y soberanía alimentaria”.
Pero “lamentablemente, en la actualidad están siendo desplazados rápidamente por el sistema agroalimentario a gran escala llamado también agronegocio”, advierte.
El agronegocio en Bolivia tiene su base productiva en el Oriente. Este modelo “produce alimentos con fines de lucro y no contribuye a la seguridad alimentaria del país”, y además “los agroindustriales reciben subsidios y estímulos como la eliminación de la Función Económico Social (FES) de la tierra, autorización para desmontes, libre importación de insumos agrotóxicos y otros”.
Dos modelos
Desde hace años la Fundación Tierra viene observando que en Bolivia, al igual que en otros países, existen dos principales modelos de agricultura. Por un lado, la agricultura familiar campesina a pequeña escala basada en la mano de obra familiar, prácticas con fundamentos agroecológicos y bajo uso de agroquímicos.
Y por otro, la agricultura agroindustrial “ligada a grupos empresariales dedicados a la producción de monocultivos a gran escala y con uso indiscriminado de agrotóxicos” (fertilizantes, insecticidas, fungicidas, herbicidas, semillas transgénicas).
“Todos los estudios dan cuenta que este modelo se está imponiendo aceleradamente sobre la agricultura familiar debido a que goza del apoyo político y económico de Estados, gobiernos y grupos de poder transnacionales”, afirma la institución.
En este contexto, la agricultura campesina que históricamente ha alimentado a la población se encuentra en desventaja y marginalidad, porque los alimentos ultra procesados y su libre importación crecen e invaden los mercados regionales y nacionales con precios abaratados.
Y a la par que los hábitos alimentarios están cambiando, los productos agrícolas de consumo tradicional como la papa, el maíz y las carnes tradicionales (caprina, ovina y camélida), están siendo reemplazados paulatinamente por productos como el arroz, fideo, aceites vegetales, carne de pollo y otros.
“En Bolivia mejorar las condiciones alimentarias es una tarea pendiente”, afirma Fundación Tierra, aunque no es una tarea fácil, “porque actualmente la mayor parte de las tierras cultivadas en Bolivia son utilizadas para producir materias primas agrícolas (soya, por ejemplo) que no se consumen como alimentos sino que se exportan casi en su totalidad a otros países”.
Propuestas contra la obesidad y el sobrepeso
Para comenzar, los expertos recomiendan realizar con “carácter de urgencia” estudios científicos específicos sobre la situación de malnutrición, prestando especial atención al sobrepeso y obesidad.
Si bien la información de la EDSA ofrece “valiosa información” para mujeres, no existen mediciones de peso y talla para los hombres, lo que “restringe las posibilidades de acción para combatir la obesidad”.
La Fundación Tierra propone promover la agricultura familiar y agroecológica como fuente de abastecimiento constante de alimentos saludables y balanceados. “Este es un reto mayor sabiendo que la agricultura familiar ha perdido mucho espacio en el mercado y está descapitalizada”, pero se puede y debe impulsar la creación de “redes y relaciones entre los consumidores urbanos y asociaciones de productores familiares”.
En este sentido, la ONG plantea “exigir a las entidades públicas la implementación de políticas públicas que fomenten la producción y consumo de alimentos de la agricultura familiar. Por ejemplo, el Estado debiera generar mecanismos de protección e incentivo para la agricultura familiar frente a la importación masiva e ilegal de alimentos procesados”.
En la misma dirección va la idea de revalorizar la cultura culinaria de cada región, basada en productos naturales provenientes de la agricultura familiar y local.
Se debería también restringir el consumo de bebidas azucaradas y aplicar el Decreto Supremo 2452 que dispone el etiquetado de alimentos transgénicos.
Asimismo, es necesario estudiar y debatir medidas para regular el mercado de la “comida chatarra”, ya que sus precios abaratados los hacen accesibles, competitivos y facilitan su masificación.
Finalmente, la Fundación Tierra considera que se debe prestar atención especial a la situación de las mujeres, quienes presentan el mayor porcentaje de personas con problemas de sobrepeso y obesidad.
“Es importante priorizar acciones preventivas focalizadas en las mujeres, considerando además que, ellas cumplen funciones claves para la socialización y selección de alimentos que consume cada familia”, concluye.
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